«Las flores de Baudelaire»: caseros versus villanos

LAS FLORES DE BAUDELAIRELo sé: a veces, calladito estoy más guapo.

Porque mira que no he dicho veces que no hay nada que me siente peor que leer esas frases de «esta no es solo una novela negra» o, el colmo de los colmos, «mi novela trasciende los límites del género». Como disculpándose por haber incurrido en un género menor. Con un par.

Y hete aquí que me hallo en la disyuntiva entre poner o no la frasecita de marras -la primera, la segunda ya me parece un exceso de pedantería- al referirme a una de mis últimas lecturas: Las flores de Baudelaire, de Gonzalo Garrido.

Y ojo, que recalco que en ningún momento ha dicho Garrido tal cosa de su obra, que soy yo mismo con mi mecanismo quien se plantea ahora que, en efecto, hay novelas negras o criminales en las que uno encuentra mucho más de lo que buscaba: una trama más o menos compleja pero siempre atractiva, unos personajes sugerentes con los que uno pueda, en cierto modo, identificarse, o un toque de atención a la sociedad descrita como parte del escenario en el que se desarrolle la acción.

Todo eso lo tienen estas flores de Baudelaire -especial atención al metomentodo fotógrafo protagonista y a un forense encantado con que los asesinos no sean capturados jamás, el mejor modo de asegurarse el trabajo en tiempos de crisis-. Pero además, la novela, que arranca con el brutal asesinato de la hija de uno de los hombres más ricos de la capital vizcaína, constituye un perfecto y ameno retrato de la sociedad bilbaína -y, por extensión, vasca- de principios de siglo -del pasado, estamos en 1917- y las profundas diferencias y recelos existentes entre caseros y villanos, nacionalistas y socialistas, anarquistas y empresarios, meapilas de comunión diaria y agnósticos que lo llevan más o menos en silencio…

Vaya, que no es solo una novela negra pero sí satisfará con creces las expectativas de quienes buscan una buena intriga criminal que llevarse a los ojos además de gustar a quienes no son adictos al género. De hecho, la novela es una de las candidatas al Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón 2013, casi nada.

Y ahora, si quieres leer más sobre esta excelente novela, puedes echarle un ojo a la reseña de José Javier Abasolo en Calibre .38.

Que aproveche.

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