Por Noemí Pastor
El brigada Bevilacqua, que es el protagonista-narrador en primera persona de las novelas de la serie, empieza esta entrega ya quemao, porque un juez le ha hecho la pirula de soltar a un mafioso internacional tras el cual ha gastado años de trabajo. Con tal pretexto, se nos pone de un sarcástico subido, a la altura de los clásicos cáusticos del género y consigue sacar un poco de quicio a Arnau, el nuevo, un picoleto recién salido de la academia que se incorpora a las órdenes de Bevilacqua junto a la gran Virginia Chamorro, con lo que esta personaje, para mi disgusto, queda un poquitin desdibujada.
En toda la novela se lanzan pullas contra el sistema judicial español y algunas muy graves, pero que muy graves, contra la ley española de violencia de género, aunque Silva se cubre doblemente las espaldas. Primero, tiene la prudencia de ponerlas en boca de mujeres; y segundo, basa la peripecia en un caso real, realísimo, y lo mezcla con otros casitos reales y perfectamente reconocibles de mujeres conocidas y poderosas metidas en asuntos turbios.
Las novelas de la serie de Bevilacqua y Chamorro no han sido nunca de trama, sino más bien de reflexiones, de pinceladas, descripcioncitas, personajes chuscos… Todo siempre agradecible y agradable. En “La estrategia del agua” Silva echa el resto y se arriesga a renunciar a la intriga, a los golpes de efecto, a la espectacularidad del suceso. Compone un relato de pesquisas lineal y lo salpica, como de costumbre, con elucubraciones sobre lo divino y lo humano. Se atreve incluso hasta a hablar de la tele y, aunque no alcanza las alturas de Ricardo Bosque en “Suicidio a crédito”, al menos debo reconocerle que tiene un punto original.
Nota del editor: prometo por mi conciencia y honor que las dos últimas líneas del texto venían tal cual, y en La Balacera, obviamente, no somos quienes para censurar a nadie.
La estrategia del agua Lorenzo Silva Destino