Hoy ha sido el cumpleaños de mi ahijado. Un niño “especial”. Autismo, síndrome de Asperger, trastornos neurológicos, trastornos obsesivos… En definitiva, alguien distinto. La capacidad de ver y recordar detalles que los demás no podemos ver, esa es una de sus características. Todos conocemos detectives “especiales”. Sagaces como Poirot, brillantes como Holmes. La pluma de sus “padres” los ha convertido en distintos. Otros representan claramente a pacientes con el síndrome de Asperger: el inspector Monk (Adrian), ese curioso y adorable detective televisivo creado por Andy Breckman (que no tiene parentesco con el victoriano William Monk nacido de la imaginación de la escritora Anne Perry) ; el psicólogo forense Dr. Hill, nacido de la pluma de Val McDermid (los dos primeros episodios de Wire in the Blood una fantastica serie televisiva, se basan en dos de sus novelas) ; la doctora Brennan (cautivadora Emily Deschanel), bella forense venida al mundo gracias a Kathy Reichs (206 Bones se acaba de publicar en 2009 y Spider Bones saldra a la luz en agosto de 2010) o el televisivo tambien Dr. Grissam y su pasion por la entomologia.
Hoy he vuelto a recordar una novela que recomendaría mil veces: El curioso incidente del perro a medianoche, de Mark Haddon. Se lee de un tirón. Su protagonista, Chistropher Boone, nos engancha desde el primer instante. No toca el violín, no se atusa el bigote, no tiene ayudantes, ni siquiera un laboratorio forense a su disposición. Ser capaz de ver lo que los demás no pueden ver. Alcanzar deducciones simples. Un detective distinto, que seduce, que enamora. Porque una novela policíaca puede ser también divertida.
Mi sobrino (mi ahijado) no se sabe los números primos hasta el 57507, ni se sabe de memoria las capitales del mundo… pero ha sabido descubrir cuanto le quiero. Antes de que le pudiera hablar, o dar un beso, me ha mirado y me ha dicho: yo también te quiero muchísimo, tío Juanma.
El curioso incidente del perro a medianoche Mark Haddon Salamandra