Por Ricardo Bosque
Primero fue Trago amargo, novela que le valió el Premio Nacional “Una vuelta de tuerca” y que el autor aprovechó para introducir a su detective, Sunny Pascal -demasiado parecido al señor Marlowe para mi gusto, pero es lo que tiene rendir un homenaje, que a veces es difícil distinguirlo de la simple copia-, en el complicado rodaje de La noche de la iguana. Todo ello en capítulos regados con suculentos cócteles de los que el autor, F. G. Haghenbeck, parece saber bastante, que dan forma a una trepidante novela que hará las delicias de los cinéfilos irredentos.
Haghenbeck vuelve al ataque un año después con otra novela en la que repite esquema -cada capítulo se inicia con la exhaustiva descripción de una obra de arte que tiene que ver con lo que leeremos a continuación- pero no personaje ni época histórica ni siquiera estilo. Y liberado de la “obligación” de homenajear a nadie, nos permite leer una novela mucho más original, ilustrativa de una época y circunstancias históricas, con la guerra entre los imperialistas de Maximiliano y los republicanos de Benito Juárez y Porfirio Díaz como telón de fondo de una historia de venganza con un sorprendente final.
Se trata de Aliento a muerte, publicada en España por una editorial que siempre ha demostrado tener un gusto exquisito: Salto de Página.
Estupendas ambas. Radicalmente diferentes las dos.
Aliento a muerte F. G. Haghenbeck Salto de Página