Entrevista a Alexis Ravelo

Por Jokin Ibáñez

Acaba de aparecer en el mercado editorial Los días de mercurio, la cuarta novela de Alexis Ravelo y, como todas las demás, enmarcada en el género negro. Ravelo es un escritor canarión de la cosecha del 71, letrista, autor de guiones para anuncios y espectáculos dramático-musicales, novelas, relatos, libros infantiles y textos muy breves, textículos, los llama él. Vamos, un todo terreno literario.



P: Los días de mercurio (la iniquidad II) es una nueva incursión en el género negro. ¿Qué encuentra Alexis Ravelo en el género para dedicarle ya cuatro novelas?

R: En primer lugar, incorrección política y acercamiento a aquellos que están excluidos del discurso oficial. También la posibilidad de escarbar en aquello que la ideología, entendida en sentido marxiano, oculta. Soy de los adscritos a la cultura de la sospecha, y en la sordidez y la violencia ocurren las excepciones que hacen que caigan esos velos ideológicos que en lo cotidiano, por lo general, ocultan tanto las contradicciones sociales como las escisiones individuales. Aunque esto podría hacerse desde otros parámetros estéticos (el cuento fantástico es un terreno idóneo, por ejemplo), el género negro aporta varias ventajas: para el lector, sobre todo, amenidad. Siempre creo que los textos deben escribirse teniendo varios planos o niveles y que la amenidad debe ir siempre por delante. Los significados, las interpretaciones, vienen después. Después de todo, es cuestión de pura lógica: si al lector se le cae el libro de las manos, ¿cómo vas a contarle nada? Cuando lees El cartero siempre llama dos veces, por poner un ejemplo, lees una novela en la que la intriga te lleva desde la primera línea hasta la última de un tirón, lo que te hace sentir placer (en todo buen lector hay un hedonista, creo). La lectura existencial de ese texto, aunque esté ahí, viene después.

P: Tu producción novelística parece que va en dos direcciones bien diferenciadas. Por un lado, la denominada La iniquidad, que ha visto ya dos entregas. ¿Un análisis de la maldad humana?

R: O, más bien, un análisis de las pulsiones que la tradición judeo-cristiana engloba en eso que entendemos como “maldad”. También un análisis de la injusticia, un catálogo de ejemplos negativos de conducta, una reflexión acerca de cómo los males no proceden de la sociedad sino del hombre mismo, y de cómo una inadecuada organización social (liberalismo capitalista o el fascismo) no sólo impide que esas pulsiones se desplieguen, sino que son una extensión de esas conductas depredadoras al ámbito de lo colectivo. Claro, que, todo eso son mis intenciones, más o menos evidentes. En primer término, lo que el lector encuentra son novelas sobre asuntos bastante sórdidos, en general bastante incómodas.

P: Y por otro lado, la serie de Eladio Monroy. Un personaje mucho más clásico, pero orientado, o por lo menos la novela hacia otro tipo de crítica ¿no?

R: Hay que entender que yo vivo en un territorio bastante alejado de la metrópoli. Cualquier escritor de fuera de Madrid o Barcelona es ya periférico. Pero los escritores canarios estamos no solamente en la periferia geográfica, sino editorial y, sobre todo, cultural. En algunos sentidos, estamos más cerca de Hispanoamérica que de España. Eso, en generaciones anteriores de autores isleños (y aun en muchos de la actual) ha sido una fuente inagotable de complejos. Los de mi generación hemos intentado romper con esa dinámica de aislamiento y lloriqueo. El intento, en Tres funerales para Eladio Monroy, era demostrar que se podía escribir una novela hard boiled que estuviera ambientada en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, sin por ello cambiar ni uno solo de los parámetros narrativos del género. Esa serie tiene su tipo duro, sus mujeres fatales, sus amigos fieles o amigos traidores, sus poderosos corruptos, etc. También me resulta muy útil para hablar de problemas que me preocupan: la corrupción política, la violencia de género, el capitalismo depredador…

P: Volvamos a La iniquidad. Dos entregas hasta ahora ¿va a convertirse en trilogía, tetralogía, o…? ¿Cuál es la intención de Alexis Ravelo?

R: Probablemente sea una trilogía, aunque el tema da para mucho, ¿no te parece? En La noche de piedra planteaba una historia contemporánea en San Expósito. La historia de una supuesta matanza ocurrida hacía poco tiempo (el experimento debió de salir bien, ya que muchas personas me han preguntado dónde se encuentra realmente San Expósito y cuándo tuvo lugar esa matanza; me consta que hay quien lo ha buscado en las hemerotecas). Los días de mercurio, en cambio, está ambientada durante la posguerra en una ciudad también inventada y tampoco responde a una crónica de hechos reales. Sin embargo, la tercera novela estará inspirada en sucesos históricos, ocurridos entre 1936 y 1937, en Canarias, y tratará sobre un general que estuvo al mando allí durante ese periodo. Documentándome sobre esa época para otra novela, me topé de repente con ese hombre, veterano de la Guerra de África, profundamente católico, que fue el líder de la represión en las islas en ese año. Creo que la serie debe acabar mostrando que los personajes inicuos que he mostrado en las dos primeras novelas son verdaderos angelitos comparados con una persona real como esa.

P: Llegas a decir en un momento de Los días de mercurio, “este mundo en el que vivimos es capaz de sacar lo peor de cada uno”. ¿Es así en las relaciones humanas? ¿Tan malos somos?

R: Yo creo que somos unos malos bichos. Creo que Freud, ahí, no se equivocaba (hablo del Freud de El malestar en la cultura). Es la convivencia con los demás lo que nos va convirtiendo en mejores personas. Mediante sanciones positivas y negativas (la simpatía de los demás cuando los favorecemos con nuestras acciones si estas son generosas, o la retirada de esa simpatía si nos comportamos egoístamente, por ejemplo) vamos aprendiendo a vivir en comunidad. Claro está, si la forma de organización social es injusta o favorece que nos comportemos de forma egoísta, ya no nos resultará tan fácil ser lo que solemos entender por “buena gente”.

P: Aquí, en Los días de mercurio, en una novela desarrollada fuera de Canarias (las otras transcurren allí) has tomado un personaje, situado en una época determinada, la posguerra, que lucha en dos frentes, contra el gobierno que le ha derrotado y contra sí mismo y su propio interior. Me parece que el análisis de la maldad que planteas tiene también dos análisis: social e individual.

R: Por supuesto. El análisis siempre va en esos dos sentidos, como mínimo. La idea del ser humano como microcosmos, y de la comunidad como macrocosmos (o de la política como actualización colectiva de la ética, que tiende a ser individual) siempre está ahí. Un desequilibrado que ejerce su crueldad sobre una chica a la que ha secuestrado, ¿no es en el fondo una metáfora de lo que los especuladores financieros hacen a las grandes masas de población que depredan? En mi opinión, la única diferencia entre un depredador financiero y un asesino es que el segundo comete una acción tipificada como delito en el código penal. En el caso de Pedro, el protagonista de Los días de mercurio, su fracaso como individuo se me antoja un símbolo del fracaso de la España de aquellos años como sociedad.

P: La entrega anterior de La iniquidad era, más bien, un estudio más global. Hay más personajes que son todos bastante hijoputas. En esta Iniquidad II, en cambio, se remarca más el interior del personaje. Incluso está escrita en primera persona.

R: Me interesaba meterme en la piel de ese personaje que, no es que sea un malvado, sino que ha muerto moralmente bastante antes de comenzar la novela. En ese sentido, Pedro es un producto de su tiempo. Y quería ver su mundo con sus ojos y no con los míos, huyendo de mis propios prejuicios, mis filias y mis fobias. Era un pequeño reto, y, si lo pienso bien, todo lo que he escrito hasta hoy responde siempre a algún reto que me pongo a mí mismo, como si cada libro fuese, realmente, un ejercicio de estilo.

P: Por otro lado, la serie (dos novelas hasta ahora) de Eladio Monroy ¿va a tener también continuidad?

R: Sí, por supuesto. Si no continúa, mi editor, mi pareja, mis vecinos y los chicos que visito en los institutos no me lo perdonarían (cada uno por sus propios motivos, claro). Hablando en serio, digamos que en esa serie el personaje ha tenido más éxito aun que las novelas. Tú no sabes cómo ocurre, pero cuando has creado un buen personaje (y creo que, pese a mis defectos, Eladio Monroy lo es), no puedes matarlo así como así. Las novelas de la serie de Monroy tienen mucho éxito, pero es que, aparte de eso, me lo paso muy bien escribiéndolas. La primera novela nació no como un serio proyecto literario, sino como un divertimento privado y así es como sigo escribiéndolas. En estos días estoy comenzando la tercera de la serie y paso muy buenos momentos trazando las andanzas de este rufián violento y sentimental, imaginando sus diálogos, potenciando sus cortes de manga.

P: El personaje, todo un hard boiled, no es ni poli, ni detective. Es un maquinista naval prejubilado que se anda buscando la vida por Las Palmas. ¿Por qué no ponerle un oficio más o menos estable?

R: En principio, por verosimilitud. Los detectives privados, en España, tienen las manos atadas en cuestiones criminales. Por otro lado, soy un tipo de barrio y, aunque reconozco la labor que hacen las fuerzas de seguridad, los uniformes no me agradan. Preferí un personaje que se moviera en los límites de la legalidad y se preocupara sólo por sus propios asuntos, sin darle cuentas a nadie. Además, Las Palmas de Gran Canaria siempre fue una ciudad portuaria que daba hombres duros y muy especiales. Monroy pertenece a esa casta peculiar que uno puede encontrar en cualquier gran puerto comercial.

P: En las dos novelas se plantean unas, podíamos llamarlas así, denuncias: prostitución, películas snuff, laboratorios farmacéuticos, en las que el dinero que corre es abundante. ¿Ahí está el crimen, en la abundancia de pasta?

R: Alguien me dijo una vez que ningún rico es inocente. Eso no quiere decir que la carencia de poder adquisitivo sea una prueba de no-culpabilidad. Pero creo que nadie se enriquece más allá de lo razonable sin pisar unas cuantas cabezas, normalmente de gente que no puede defenderse.

P: Pero Alexis Ravelo escribe más cosas: relatos, literatura infantil, organiza seminarios literarios. Cuéntanos tus influencias, tus intenciones de futuro.

R: No tuve una formación académica muy completa (comencé a trabajar a los catorce años y abandoné la carrera de Filosofía, que comencé a los veinticinco), soy un lector caótico y mis influencias son muchas, lo que da como resultado un total y absoluto eclecticismo. Me influye tanto Cortázar como Homero, el Gilgamesh como Kawabata. Y aun muchas de mis influencias provienen del cine, la música o el arte.

Soy de los que piensan que los escritores, sobre todo los narradores, no deberíamos considerarnos “intelectuales”, sino una especie de artesanos (eso eran la mayoría de los grandes novelistas del XIX) que, al margen de la reflexión que puedan provocar nuestros textos, deberíamos tener en cuenta que es el lector quien convierte nuestra escritura en literatura. Esa es la idea que preside los talleres que imparto, los cuales, por lo demás, se mueven en un amplio abanico de géneros y público objetivo. Hay uno, Factoría de ficciones, en los que analizamos textos y técnicas de cuento literario. Se imparte, de forma más o menos estable, durante trece semanas, dos veces al año en la Biblioteca Pública del Estado de Las Palmas de Gran Canaria. También, en una versión intensiva, en universidades, institutos de enseñanza secundaria y en centros penitenciarios.

Por otro lado, también organizo talleres sobre cuento tradicional en centros de primaria. Allí trabajamos con algunas técnicas heredadas de Gianni Rodari (un verdadero genio, en mi opinión).

Este curso, además, se me ha encargado la coordinación del Taller de Literatura Anroart, un taller de nueve meses en el cual los objetivos son más ambiciosos, porque abordamos el género narrativo en extenso, además de tocar la escritura cinematográfica, la columna periodística, la poesía y la escritura de libros infantiles. El TLA ha nacido como una especie de laboratorio de ideas relacionado con una editorial (Anroart) que busca nuevos autores formados de forma eficaz. Estamos a punto de finalizar la primera edición y el comienzo ha sido muy esperanzador. Tenemos una treintena de participantes muy implicados y productivos. Algunos de ellos ya comienzan a ganar premios de narrativa y estoy seguro de que más de uno dará que hablar en los próximos años.

P: Además llevas un blog, Ceremonias, donde plasmas todo esto que hemos visto ¿Qué tal tu relación con los lectores?

R: Hasta ahora ha sido estupenda. La inmediatez de respuesta del lector ante tus textos, su completa libertad de opinión, hace que sus comentarios te sirvan de guía y de constante fuente de autocrítica. Es un excelente campo de pruebas para los cuentos antes de su fijación textual en el libro. Además, el formato blog presenta una característica que a mí se me antoja una ventaja: la necesaria brevedad de los textos. A mí, que siento pasión por el relato breve y por el microrrelato, eso me estimula para buscar una mayor precisión y concisión lingüísticas. Por otro lado, Internet hace que los problemas de difusión y distribución, sencillamente, desaparezcan. En un año y medio, Ceremonias tuvo más de 120.000 visitas de todos los rincones del mundo; aunque predominen los países de habla hispana, también es visitado desde Bélgica, Estados Unidos, Rumania o Marruecos. Es agradable pensar que en esos países hay alguien que habla tu idioma y ha pasado un ratito contigo, leyendo el cuento de esta semana.


.38, Revista digital de La Balacera. Entrevista publicada en el número de marzo de 2010

Jokin Ibáñez es un aficionado a la novela negra desde que fue detenido, durante el pasado siglo, en Sopelana (Bizkaia) por el Agente de la Continental, al que no quiso decir su nombre. Por ello, desde entonces se encuentra arrestado en el género negro y no puede salir.


3 thoughts on “Entrevista a Alexis Ravelo

  1. Me he llevado una gratísima sorpresa al descrubrir a este autor maravilloso. Siempre me ha encantado la novela negra, de hecho, más del 80% de mi biblioteca pertenece a este género (P. Highsmith, P.D. James, Coen, Connelly, Mankel, Jö Nesbo, Dashiell Hammet, Simenon, etc, etc,). Creo que Alexis se merece más publicidad tanto en el mercado español como en el internacional. Es una pena que a grandes talentos como él les cueste tanto ser conocidos y no se los promocione como es debido: miles de lectores pueden perderse ratos estupendos con la lectura de sus obras. Yo sólo he leído tres y las he devorado con gusto, por lo que he optado por comprar más obras suyas, como esta que comentan, «Los días de Mercurio», que aún no he leído. Recomendaré este autor a todas mis amistades.

  2. Y harás muy bien en recomendar su lectura, desde luego. Ravelo, como algunos otros autores, merecerían algo más de espacio en los escaparates de las librerías, habitualmente acaparados por la última moda del momento, ya sean autores italianos como hace pocos años o la actual epidemia de suecos y asimilados.

  3. Pingback: La novela negra según Alexis Ravelo – La calma lectora

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