Llámale vagancia, pero cada vez me gustan más las novelas cortas, esas que contienen lo que deben contener y ni una palabra más. Paralela y logicamente, cada vez me gustan menos los tochos de 500 páginas en los que -salvo honrosas excepciones- sobra mucho material de relleno, de ese que se añade para dar gusto a la editorial que ha decidido vender al peso consciente de que lectores hay que piensan que, puestos a pagar 20 eurones por un libro, al menos que sea gordo.
Llámale amor a primera vista, pero cada vez me dejo llevar más por la calidad del título de un libro, aunque casos conozco -demasiados, desgraciadamente- en los que esas cuatro o seis palabras que autor -o editor, vete tú a saber- han elegido para la portada son las mejores de todas las que aparecen en el libro.
Llámale prejuicios -positivos, en este caso- pero cada vez soy más fiel a ciertas editoriales, a esas que son coherentes y, en mi opinión, mantienen siempre un elevado nivel de calidad en sus publicaciones.
160 páginas son pocas páginas.
La absoluta perfección del crimen es, sencillamente, un título cojonudo.
Anagrama es una de esas editoriales en las que confío.
Así pues, ¿cómo no leer la novela de Tanguy Viel a pesar de no saber nada de su autor?
Lo hice hace ya bastantes años, tal vez ocho o nueve, pero hasta ahora no recuerdo haber escrito nunca nada sobre ella. No lo recuerdo pero tampoco me olvido del libro, quizás porque por el lugar que le corresponde en mis estanterías dedicadas a los crímenes de papel la tengo siempre a la vista, a la altura de los ojos cuando estoy sentado frente al ordenador.
O por el título, claro.
O por la perfección de la trama, de la narración, de la historia que cuenta. Perfección, que no originalidad pues de planes de atracos perfectos ya hemos leído mucho. De atracos a casinos, también. Leído y visto (en el cine), por el que Viel demuestra auténtica pasión a la vista de su modo de escribir, casi telegráfico, frases cortas, palabras medidas. Líneas siempre limpias de polvo y paja para que la cosa quede en 160 páginas absolutamente perfectas, con los elementos clásicos del género -chica guapa, perdedores, ironía, tiros, traiciones- reinterpretados al modo Viel.
Y hasta ahí quiero leer, sería un auténtico crimen decir más y no permitirte disfrutar por ti mismo de los placeres que proporciona un trago corto como este. Si te decides, luego me cuentas.